sábado, 5 de octubre de 2013

El Amor Verdadero. Hermosa Historia.

El Amor Verdadero



El Amor Verdadero:

Un famoso profesor se encontró frente 
a un grupo de jóvenes universitarios
que estaban en contra del matrimonio. 
Los muchachos defendían que el romanticismo
constituye el verdadero sustento de las parejas 
y que es preferible acabar con
la relación cuando ésta se apaga 
en lugar de entrar a la hueca monotonía del matrimonio.
El maestro les dijo que respetaba su opinión, 
pero les relató lo siguiente:
Mis padres vivieron cincuenta y cinco años casados.
Una mañana, mi mamá bajaba las escaleras 
para prepararle a papá el desayuno y sufrió un infarto.
Mi padre la alcanzó, la levantó como pudo 
y casi a rastras, la subió a la furgoneta.
A máxima velocidad, sin respetar los semáforos, 
condujo hasta el hospital más cercano.
Cuando llegó, por desgracia, ya había fallecido.
Durante el funeral, mi padre no habló en lo más minino, 
su mirada estaba perdida y casi no lloró.
Esa noche, sus hijos nos reunimos con él.
En un ambiente de dolor y de nostalgia 
recordamos hermosas anécdotas sobre mi madre.
Él pidió a mi hermano, que es teólogo, 
que le dijera dónde estaría mamá en ese preciso momento;
mi hermano comenzó a hablar de la vida después de la muerte, 
conjeturó cómo y dónde estaría ella.
Mi padre escuchaba con gran atención y de repente, pidió:
Llévenme al cementerio.
Papá, respondimos nosotros, son las doce de la noche. 
No podemos ir al cementerio ahora.
Alzó la voz y, con una mirada con lagrimas, dijo:
No discutan conmigo, por favor, no discutan con
el hombre que acaba de perder a la que fue
su esposa durante cincuenta y cinco años.
En ese momento se produjo un respetuoso 
silencio y  no discutimos más.
Fuimos al cementerio, pedimos permiso al cuidador 
y con una linterna a cuestas llegamos a la lápida.
Mi padre la acarició, rezó y nos dijo a sus hijos, 
que veíamos la escena conmovidos:
El Amor Verdadero Fueron cincuenta y cinco buenos años
-¿Saben?, nadie puede hablar del amor verdadero
si no tiene idea de lo que
es compartir la vida con una mujer así,
hizo una pausa y se limpió la cara.
Ella y yo estuvimos juntos en aquella crisis,
en mi cambio de empleo, continuó.
Hicimos la mudanza cuando vendimos 
la casa y
nos mudamos a la ciudad. Compartimos la alegría 
de ver a nuestros hijos crecer y
terminar sus carreras, lloramos uno al lado 
del otro la partida de nuestros seres más queridos, 
nos apoyamos en el dolor, nos abrazamos 
en cada Navidad y perdonamos nuestros errores.
Hijos, ahora se ha ido y estoy contento, 
¿saben por qué?
Porque se fue antes que yo, no tuvo que vivir 
la agonía y el dolor de enterrarme,
de quedarse sola después de mi partida. 
Seré yo quien pase por eso, y le doy gracias a Dios.
La amo tanto que no me hubiera gustado que sufriera.
Cuando mi padre terminó de hablar, 
mis hermanos y yo teníamos el rostro lleno de lágrimas.
Lo abrazamos y él nos consoló: 
Todo está bien, hijos, podemos irnos a casa,
ha sido un buen día.

EL VERDADERO AMOR ES ACEPTAR A LA OTRA PERSONA
TAL CUAL ES SIN PRETENDER CAMBIARLA, AMÁNDOLA
Y RESPETÁNDOLA CON SUS DEFECTOS Y VIRTUDES.






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